Sabemos de parques, museos o restaurantes temáticos, pero, ¿peluquerías? No lo creo; o por lo menos era así hasta hallar la de Gerardo Weiss, un hombre contagiado por la beatlemanía desde los 11 años, cuando escuchó por primera vez Love me do, y que ahora ha hecho de su lugar de trabajo un pedestal para admirar a Los Beatles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario