GERARDO WEISS, EL QUINTO BEATLE

GERARDO WEISS y LENNON, su hijo.

"Fue como si me cayera un polvillo mágico”. A Gerardo Weiss lo alcanzó esta sensación de revelación a los 11 años, en el club de Lugano donde jugaba al fútbol. Por los altoparlantes solían pasar música y aquella tarde sonó “Love Me Do”. “¿Qué es eso”, fue a preguntar. “Los Beatles”, le dijeron. Era 1971 y el polvillo que recibió fue la beatlemanía. Le pegó tan fuerte que se puso a fabricar perfumes rebajando los de su madre con alcohol. La idea era venderlos, ganar dinero y comprarse los discos del grupo en una disquería de Pompeya. La fiebre le dura hasta hoy: Weiss es el dueño de la única peluquería temática de Los Beatles de Sudamérica. Y hasta le puso Lennon, de nombre, a su hijo.

La peluquería de Gerardo es el secreto mejor guardado del Bajo Flores. Está en un local armado en lo que antiguamente era una cocina, en Eustaquio Cambieses 1848. En las paredes hay enmarcadas fotos rarísimas de Los Beatles. “En esta se nota la época de depresión de Paul McCartney después de la separación de Los Beatles. Tiene el pelo sucio y graso; en esta otra está George Harrison cuando se hizo la permanente, porque no soportaba el flequillo; y acá también lo tengo a Ringo Starr con permanente”, señala Weiss, capaz de reconstruir la historia de los integrantes de la banda siguiendo sus looks capilares. Y también capaz de reproducir esos looks en las cabezas de sus clientes. “Hay gente de San Fernando, La Plata o Palermo que viene para que le haga cortes beatle”, asegura.

Su propio corte preferido es el de Lennon en la época de Sgt. Pepper, con su flequillo desmechado. Porque Lennon es su beatle favorito. “A los 14 usaba el pelo largo y lo alisaba como podía, porque me quería parecer a él. Mi vieja un día me dijo que lo único que me faltaba era quedarme miope. ¡Y me quedé miope y me hice hacer los anteojos redonditos!”, recuerda Weiss, y los muestra, ahora conservados como una reliquia, colgados de una foto de su ídolo.

Uno de los días más tristes de Gerardo fue cuando su mamá lo despertó para avisarle que habían asesinado a Lennon. “Al principio no le creí. Después me puse a llorar y escuché el disco Paredes y Puentes. Para mí que lo mandó a matar Ronald Reagan”, asegura, y señala una foto en la que Lennon le firma un autógrafo a Mark David Chapman, su asesino. “Ni siquiera lo puedo mirar”, dice, y confiesa que durante años pensó que él también iba a morir a los 40, como John.

Pero no pasó, y a los 51 ejerce un oficio que aprendió inspirado por Ringo Starr. “El sueño de él era tener una peluquería. El otro motivo por el que quise ser peluquero fue para conseguir chicas. Fui a las academias Oli y al principio practicaba con mi mamá y mi abuela: les quemé el pelo miles de veces. Pero aprendí y trabajé en Pino y Giordano. Atendía a las chicas de Olmedo. Todavía me acuerdo cuando Beatriz Salomón se puso lolas y me las mostró. Y en 1991 le corté el pelo a otro ídolo mío: el flaco Spinetta”.

Ahora su madre, Mary Kalpakian, les lava el pelo a los clientes. Y su esposa Graciela es la colorista. “Es mi Yoko Ono: maneja la plata. Cuando nos casamos entramos con Woman, de Lennon. Y en la iglesia yo usé una corbata de Los Beatles y un saco sin cuello como los de ellos”.

Cuando su esposa estaba embarazada, Weiss rezaba para que su hijo fuera varón, porque quería llamarlo Lennon. Y fue varón. “Nació un 30 de marzo, como Eric Clapton. Cuando lo fui a anotar me dijeron que no podía llamarlo así. Me ayudó un cliente abogado y la jueza dijo que el caso iba a sentar un precedente”. Lennon tiene 8 años y toca temas de Los Beatles en la guitarra.

Por supuesto, los Fab Four suenan en la peluquería. Tras años recorriendo cuevas ocultas en galerías y puestos del Parque Rivadavia, Gerardo reunió una colección asombrosa. Tiene desde una antología pirata en la que Lennon tararea La Cumparsita hasta una versión de Yesterday de Harrison y Bob Dylan. “Cuando viene un cliente le pregunto qué quiere escuchar y lo pongo, aunque no sean Los Beatles. Eso sí, si me piden Arjona, les arruino la cabeza”, bromea Gerardo. O tal vez no sea broma...

Su otra pasión es Estudiantes de La Plata. Entre la memorabilia beatle de su local cuelga una camiseta de Juan Sebastián Verón autografiada por todos los jugadores. “Verón la usó en un partido y hasta tenía su olor a chivo. ¡Pero mi esposa la lavó!”, cuenta. Y asegura que hace un tiempo un empresario le ofreció trasladar su peluquería temática a San Telmo. “La iba a poner a todo trapo, pero yo no quise. No quiero tener jefe. Además, no me voy a ir nunca de este barrio. Siento que pertenezco a este lugar”.

                                                                                                                                      (c) Nora Sanchez

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